Ethos

Imagen de Niklas Sundin


Cuando era un niño en el colegio tenía un compañero llamado Karl, en estos momentos no recuerdo su apellido, solo recuerdo que venia de una familia humilde, cosa no muy común en la Deutsche Schule. De él recuerdo pocas cosas, siendo la más patente una conversación sobre las cosas que nos gustaba comer. De esa conversación recuerdo que llegamos al punto en común que a ambos nos encantaba el pan recién tostado con mantequilla. Hoy, 20 años después, cada vez que tuesto pan y le hecho mantequilla recuerdo esa conversación y a Karl. No se que habrá pasado con él, tengo la vaga idea que se fue del colegio, no recuerdo quien me lo dijo, y tampoco quiero saber ni encontrármelo. Después de grabar a fuego un recuerdo tan insignificante pero misteriosamente importante para mi mente, sería romperlo en pedazos saber que esa persona sigue existiendo y no recuerda esa pequeña y casual conversación sobre comida. Allí quedo estampado ese nombre y ese rostro, para toda mi vida ligado al pan tostado con mantequilla; se ha convertido en una suerte de símbolo arquetípico, casi pavloviano, de lo que es pan con mantequilla, ya ni Karl y el pan con mantequilla podrán existir uno sin el otro. Nuestra vida se arma en torno a esas asociaciones; canciones con momentos, actos con personas, hasta los odios tienen cara y ni hablar de los amores rotos. Yo mismo no puedo existir sin estar ligado a mi perro y mi perro está ligado a mi inexorablemente hasta que nuestros días acaben. Cada persona tiene este misterioso lenguaje simbólico que solo ella conoce y solo ella puede interpretar y asociar en forma casi inconsciente (y difícilmente alguien más puede interpretarlo, menos aún los psicoanalistas).
¿Cuales son tus asociaciones extrañas?

PS: como podrán adivinar, empece a pensar en esto al estar comiendo pan con mantequilla y preguntarme por el hecho que siempre se me venia a la cabeza ese nombre y conversación.

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